A propósito de nuestro momento...

jueves, 28 de abril de 2011 - Publicado por Alejandra Uzcategui en 15:12

Las teclas, en silencio: cierra la última fábrica de máquinas de escribir
Profesional, El miércoles 27 de abril de 2011, 1:03 PM EDT Sin chances ya de competir con el uso masivo de computadoras, tablets y teléfonos inteligentes, la última compañía en el mundo que seguía fabricando máquinas de escribir cerrará sus puertas definitivamente.
Según el diario británico Daily Mail, la empresa india Godrej and Boyce dejará de producir estos aparatos mecánicos que, hasta hace poco tiempo, eran de uso muy corriente en la India.
  Relatos digitales… nacimiento de un  nuevo arte narrativo….

Porque el deseo de transmitir es lo más importante...
 Celebración de la voz humana 2
Tenían las manos atadas, o esposadas, y sin embargo los dedos lanzaban, volaban, dibujaban palabras. Los presos estaban encapuchados; pero inclinándose alcanzaban a ver algo, alguito, por abajo. Aunque hablar estaba prohibido, ellos conversaban con las manos.
Pinio Ungerfeld me enseñó el alfabeto de los dedos, que en  prisión aprendió sin profesor:
-Algunos teníamos mala letra- me dijo -. Otros eran unos artistas de la caligrafía.
La dictadura Uruguaya quería que cada uno fuera nada más que uno, que cada uno fuera nadie: en cárceles y cuarteles, y en todo el país, la comunicación era un delito.
Algunos presos pasaron más de diez años enterrados en solitarios calabozos del tamaño de un ataúd, sin escuchar más voces que el estrépito de las rejas o los pasos de las botas por los corredores. Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof, condenados a esa soledad, se salvaron porque pudieron hablarse con golpecitos, a través de la pared. Así se contaban sueños y recuerdos, amores y desamores; discutían, se abrazaban, se peleaban; compartían certezas y bellezas y también compartían dudas y culpas y preguntas de esas que no tienen respuesta.
Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada.
De Eduardo Galeano: El libro de los Abrazos. Editorial Siglo XXI