Nuestros meta relatos dominantes
Después de uno de los últimos chats en el que discutimos los meta relatos Españoles, pensé en ubicarlos en la realidad de nuestro país, así hablaré un poco de los dos relatos dominantes y de cómo se construye la realidad desde cada uno de ellos.
“Hegemonía comunicacional” o “la batalla por la mente de las personas”. Así llaman desde el gobierno al empeño puesto, sin ningún disimulo, en ofrecer a la sociedad venezolana una cierta realidad. Se utilizan periódicos, canales de televisión pública, emisoras de radio y otras instituciones del estado para sostener este relato y dar cumplimiento a tan épico objetivo. Este relato sugiere que en Venezuela está en marcha una revolución pacífica que viene a continuar la gesta independentista de Simón Bolivar, y en la que todos hacemos parte. Así, o se esta con el bando patriótico o se es enemigo del pueblo.
En este sentido es cosa cotidiana escuchar por radio y TV, leer en periódicos y portales de Internet términos como: “pitiyankie” “vendepátria” “contrarrevolucionario” y demás calificativos tan solo por mostrarse contrario a las políticas del Ejecutivo. Todos los que no se asimilan al bando “revolucionario” son a su vez, y casi siempre sin saberlo, miembros del opuesto. “Odio de los medios” ha sido la frase que se ha utilizado en este meta relato para referirse al “Otro” relato dominante. Este “odio” ha infectado a todos aquellos “vendepátria” que juzgan el estado de la nación como francamente deplorable. La gesta es libertaria, se continúa con la obra inconclusa del libertador. Se ofrecen herramientas al “pueblo” (título reservado solo a los revolucionarios, vivan estos en Petare o en el Country club) para su liberación, ahora si definitiva, del imperio; antes el Español, ahora el gringo.
Para inscribirse en este relato toda deficiencia en el funcionamiento del estado debe atribuirse a la 4ta república o a maquinaciones del imperio a través de sus agentes internos. Los continuos apagones, la escasez de ciertos rubros alimentarios, la crisis de las industrias del acero, los 40 muertos mensuales de la capital, la crisis del sistema de justicia y carcelaria, la inflación más alta de América y los malos números económicos a pesar del barril de petróleo a 100, la grave reducción en la producción petrolera, la importación de gasolina, la corrupción impudorosa, y otros males son causados por las dos razones anteriores, aunque también se insiste en que todo es una invención, una conspiración orquestada como parte de la guerra por la “mente de las personas”. Esta negación hace parte del relato, aún cuando se trate de índices objetivos, mediciones y cálculos del banco central (todas las instituciones están controladas por miembros del partido).
Para hacer circular el relato se utilizan los medios ya nombrados (no he mencionado los llamados medios comunitarios) pero además se hecha mano de cadenas de radio y televisión frecuentísimas; por épocas 2 ó 3 al día, y micros propagandísticos diarios también en cadena. En este relato mientras el poder es siempre inocente el ciudadano es siempre sospechoso. Se insiste sin embargo que “el poder es ahora del pueblo”, y la organización comunal una instrumentación de esta máxima retórica. Al final, este parece, un meta relato típico del poder político, un meta relato de perpetuación. Como ya se destacó, un impudoroso empeño por ganar “la batalla por la mente de las personas”.
Es más difícil cristalizar en una frase el otro relato dominante. Es algo heterogéneo y se construye sobre la base de intereses y actores muy diversos. Claro, para su contraparte el actor es solo uno: “El imperio”. Quizá son dos las ideas que se pretenden imponer con más ahínco: “Somos democráticos, ellos no” o “Venezuela y Cuba: una sola patria” y “todo está mal hecho nada sirve”. En este relato, desarrollado siempre a contrapelo de su opuesto, en Venezuela la democracia es cosa pasada y lo único que queda es una apariencia, una pose para la foto. La concentración de poder es tal que al final nada sirve o nada se hace. El control sobre todos los poderes disuelve los necesarios contrapesos y da pié a una corrupción desenfrenada y desvergonzada. Aún por encima, se sugiere desde este relato, los altos funcionarios no tienen ni idea de lo que hacen, puesto que una buena parte de ellos son militares; “vivimos en un cuartel…” se afirma.
Si en el relato anterior quien gobierna a los “vendepátria” es el imperio, en este quien realmente gobierna al país es Fidel, y es a este poder al que se rinde cuentas y financia; así que son cubanos los que dirigen el país, ya que están a cargo de sectores medulares vinculados, sobre todo, al control ciudadano. Se da por hecho lo anterior a pesar de que en el país proliferen los centros comerciales, muchos vivan de la especulación monetaria o los bancos sean negocios francamente rentables. Se pone empeño en decir esto a pesar de que difícilmente se observe algún cambio en el estilo de vida del ciudadano común. Las mieles capitalistas perduran y parecen abundantes, sobre todo considerando que somos colonia cubana. Quizá habría que preguntarle a todos aquellos a los que se les ha “confiscado” alguna propiedad, tal vez a ellos esto si se les parezca un poco más a Cuba, o a aquellos que intentan conseguir productos en los mercados y no los consiguen. Por cierto que aquí el relato se afinca: “a todos nos va tocar, nadie se salva” o “vienen por ti”.
Lo de la inseguridad personal es otra historia, y ya a todos nos llegó, a unos trágicamente y a otros no tanto. Pero este relato pretende responsabilizar por ello al gobierno, inclusive colocarlo como causa principal, cuando se sabe que el asunto es bastante más complejo que inoperancia, indiferencia o corrupción en las policías, aunque esto último ayuda.
Por otro lado se sostiene que luego de 12 años de revolución en este país no se puede vivir sin un seguro médico, al más puro estilo imperial por cierto, llegando al punto de que el funcionario público es el primero en hacer huelgas de todo tipo para exigir ese beneficio laboral; espanta entrar a un hospital en este país, así que se evitan de ser posible. Idéntico asunto con la educación, ocurriendo cosas tan extrañas como que los hijos de los altos cargos estudien en colegios del Opus o de la Compañía de Jesús. Que se sepa no hay nada de malo en estas instituciones, pero después de escuchar lo que se escucha por estas tierras…
Quizá sea un relato este tan crítico, tan rabiosamente crítico que sea aconsejable someterlo a crítica. Está muy claro que es un relato que pretende oponerse al poder, pero también se hace evidente que aunque con algo más de pudor, también pretende hegemonía y control.