La ruptura de la linealidad en el cine. Lynch
En una entrada para Teoría y práctica de la información audiovisual tuve el atrevimiento, no de trabajar con Lynch y sus imágenes del horror. De sus películas me costó mucho seleccionar una, pues todas juegan de modo magistral con nosotros, presentándonos imágenes que nos petrifican y que al mismo tiempo no podemos dejar de admirar. El cine de Lynch es la máxima representación de lo siniestro y de lo intolerable. Mientras escribía la entrada, pensé que también era un buen ejemplo para mirar como antecedente de la narrativa digital, un buen ejemplo para mirar desde la ruptura de la linealidad en lo narrativo… historias que desafían los estándares cinematográficos y presentan el juego con la realidad en contantes rupturas, cambios de situaciones y mundos en simultáneo… allí donde la posibilidad y la lógica retroceden, allí, irrumpe la imposibilidad como nueva realidad.
En sus películas, y recuerdo especialmente Blue Velvet, se procura la realidad de dos maneras, siempre jugando, entrando y saliendo de lo onírico y lo presente o real. Está continuamente planteando realidades paralelas que se constituyen en la danza de lo inimaginable y al mismo tiempo posible; nos muestra lo que decimos que somos y lo que podemos ser, sin ninguna consideración con el espectador.
“La crítica ha mantenido la defensa de que en los argumentos de David Lynch existe un claro componente siniestro. Un aliento de tragedia, desesperanza y brutalidad recorren unas tramas cercanas al universo literario del romanticismo negro (…) Resulta evidente que estas particularidades temáticas están presentes en el cine de David Lynch, sobre todo la utilización del sueño como un trayecto iniciático donde sus personajes, doblemente atraídos y aterrados por el mundo onírico, se buscan a sí mismos mediante el dolor y el sufrimiento (Navarro, 18-21. cp. Rivas, 2009)”
En general, Lynch es un transgresor… una y otra vez, los elementos siniestros contradicen el realismo del cine convencional y nos amenazan, provocándonos una fuerte conmoción. Nos coloca siempre como espectadores llenos de angustia que desean y temen los desenlaces, la aparición de nuevos personajes y por supuesto, sus mundos.
El cine de Lynch es un extraño salto fuera de los patrones convencionales del cine y de la narrativa lineal. En sus presentaciones insiste en devorar y colapsar la narración clásica al jugar y generar constantemente aperturas hacia lo real como posibilidades desde lo ilógico, desde lo imposible… La apertura o entrada a nuevas realidades y mundos, convierte a la historia en una historia sin lógica aparente, lo real es traspasado por lo imposible. Lo onírico se convierte en realidad y la realidad en sueño, cambiando por completo la estructura esperada de la narración.
Fuentes consultadas.